ADVERTENCIA: Los personas que lean este relato deben saber que todos los minotauros (¡y Minotauras!) tienen aspecto y facciones humanas, y ambos sexos se alimentan con las hierbas del campo. Quizás hayan escuchado alguna otra cosa muy diferente pero aquí se les presenta la verdad sobre ello:
Zeus le había prometido al Rey Egeo de Atenas que tendría por esposa a Itone, la graciosa hija del Rey Asterion de Creta, pero esta rechazó a ese pretendiente, para unirse con el bello y noble Príncipe Minos que había vencido en un torneo de tiro al arco al torpe ateniense.
Se dice que Itone había dado a luz a una hermosa princesa, a la que llamo Licasta, pero la niña fue maldecida por Egeo. De modo que murió el día en que tuvo sangres lunares por primera vez. La Reina sumida en tristeza, mando llamar a la Sacerdotisa del Templo, de nombre Dione para que implorara a la Diosa Hera devolverle a su hija.
Dione le dijo que el espíritu de la princesa aún no había bajado al inframundo y que si ponía el cuerpo sin vida de su hija en el centro de un laberinto, podría de ese modo mantener cerca de ella el anima de su heredera. De ese modo se podía ofrecer en sacrificio a una ternera virgen de Uro a fin de dar un cuerpo en el cual pudiera habitar de nuevo el espíritu de Licasta.
Itone hizo todo aquello tal cual como fue instruida por la Sacerdotisa, al terminar el ritual apareció en el centro del laberinto una hermosa mujer, completamente con características humanas excepto por unos cuernos muy similares a los de un búfalo y fue reina de Creta hasta que murió varios años después. La historia la reconoce bajo el nombre de Minotaura. Se dice que bajo el gobierno de Licasta, Creta llego a ser la provincia más prospera de la Antigua Grecia.
A partir de ese momento se estableció entre las Sacerdotisas de Creta el ritual para reemplazar el cuerpo decrépito de una reina en sus últimos días de época de vejez, siempre ofreciendo una becerra virgen de Uro, de modo que el espíritu de Licasta pudiera habitar un cuerpo nuevo, joven y fuerte. Este es el periodo conocido por los Historiadores como "Dinastia de la Minotauras" que se extendió por lo menos durante cinco siglos, pero otra vez la envidia no solo de los Atenienses sino de otras ciudades como Esparta, Troya y Macedonia se unieron con el fin de destruir para siempre la prosperidad de Creta.
El Rey Teseo de Atenas discurrió el ingenioso ardid de ofrecerse en matrimonio a Licasta para hacer una alianza entre los pueblos de Creta y Atenas. Licasta sucumbió ante la belleza y seducciones de Teseo y acepto tomar el matrimonio propuesto por el pérfido Rey.
En la noche de bodas, en la privacidad de la habitación de la Reina Licasta, Teseo enterró una daga envenenada en el corazón de su nueva esposa, que era inocente de los siniestros planes traicioneros de los griegos.
Teseo una vez que vio morir a Licasta ordeno incendiar Creta, y pasar a cuchillo a toda la población, hombres, mujeres y niños y en especial bajo el consejo de su amante, el Eunuco Eutropio, ordenó que se diera muerte a todos los Uros en Grecia, llevando a la extinción a tan magnífica criatura.
Fue el mismo Eutropio el que invento el deshonesto mito del minotauro presentándolo como un monstruo horrendo al que se le sacrificaban jóvenes y doncellas atenienses, a fin de hacer burla y deformación a la memoria de la reina Licasta que era mas hermosa que las diosas del Olimpo y estrictamente vegetariana, tal como cualquier miembro de la familia de los bovinos.
Luego del crimen ateniense, Creta desapareció para siempre del protagonismo en la Historia, quedando tan solo un recuerdo difuso de su tiempo de prosperidad y se preservaron aun hoy en día, las fementidas palabras del despreciable eunuco (que fue también el que propuso y proporciono el veneno en la daga).
Se dice que Carlo Magno cuando llego como conquistador de la isla, intentó de nuevo hacer el ritual en lo que supuso eran las ruinas del laberinto, basándose en la leyenda de que antes de que Teseo destruyera por completo Creta algunos de los sirvientes leales de Licasta llevaron el cuerpo al centro del laberinto a fin de preservar su espíritu entre el mundo de los vivos. Magos y hechiceros de la corte del franco intentaron en vano ofreciendo vacas de calidad inferior a la del en ese entonces Mítico Uro. He escuchado los mismos términos, pero con Napoleón como el invasor e incluso también relatos acomodados con nazis y arqueólogos al servicio de la CIA.
En el museo de Londres es posible visitar la sección del periodo Minoico y apreciar la daga envenenada y la impresionante cornamenta atribuida a la reina, protegidas tras una gruesa urna de cristal a prueba de balas. Varios cuidadores del museo en diferentes ocasiones han indicado ante medios como la BBC y el New York Times, que en la noche se oyen en la sección bramidos y mugidos que producen escalofrío a cualquiera que los escuche.
En tiempos modernos, científicos del MIT han intentado modificar ADN de ganado cruzando los genes de vacas de lidia Miura con los del búfalo africano para revivir a los Uros cretenses. Se especula también que el millonario Aristóteles Onassis había patrocinado a diferentes sectas de extraños saberes esotéricos para rehacer el arcaico ritual y así devolver a la vida a Licasta ya no como reina de Creta sino como gobernante absoluta de todo el planeta.
Pero ajeno a todo ello, el espíritu de Licasta aún hoy en día recorre el laberinto buscando habitar un nuevo cuerpo que le permita llevar a cabo su venganza contra Atenas. Así se lo ha prometido Hera.
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Este relato se escribió para participar en la edición 41 del "Tintero de Oro", La casa de los espíritus de Isabel Allende.
Tema: escribir un relato que contenga espíritus o espiritistas o casas encantadas. Puede ser un relato de misterio, de terror o, simplemente, contar una anécdota al respecto.
Extensión: máximo 900 palabras.
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Mινωαγελάδα